COLISEO.

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       El Coliseo es el más famoso y conocido monumento de la antigua Roma, también llamado Anfiteatro Flavio, porque se comenzó a construir en el año 72 d.C por los emperadores de la famila Flavia y terminado por el emperador Tito en el 80 d.C.

      No se sabe con precisión el origen del nombre Coliseo, para algunos el nombre fue dado por sus gigantescas proporciones, según otros, en cambio, esta relacionado a una colosal estatua de Nerón que antiguamente se encontraba en su cercanía.

     Tenía una capacidad para unos 50.000 espectadores, los festejos de su inauguración se extendieron durante cien días, sin interrupciones, en los que murieron cientos de gladiadores y unas cincuenta mil  fieras. El origen de los gladiadores era diverso, en general, se trataba de esclavos, prisioneros de guerra o condenados a muerte, pero no faltaban los hombres libres.

     El interior del Coliseo estaba todo recubierto de mármoles y distribuido en tres grandes zonas que dividían las graderías, la primera destinada a la alta sociedad romana, la segunda a los ciudadanos y la tercera al pueblo. Los senadores tomaban puesto sobre un alto podio, sobre el cual se levantaba el palco imperial, en el lado opuesto del anfiteatro, se encontraba la tribuna donde tomaban lugar sacerdotes y magistrados. En las zonas superiores los ciudadanos estaban divididos según el grado y privilegios de las diversas categorías sociales a las que pertenecían y de sexo, es decir, por cuanto se refería a la plebe, hombres y mujeres asistían al espectáculos separados.



      Los romanos eran muy apasionados a los espectáculos que se organizaban, luchas entre gladiadores, caza de bestias feroces....... tales géneros de espectáculos duraron por mucho tiempo pero con la llegada del cristianimos, las cosas cambiaron llegando a ser prohibidos por el emperador Honorio en los años de su mandato, continuando aquellos de fieras hasta el siglo VI.

      En el curso de los siglos el Coliseo ha sufrido notables daños causados por terremotos, fue restaurado varias veces, pero nuevos desastres sísmicos acarrearon su decadencia, tanto es que durante la Edad Media y el Renacimiento, con su material se construyó una seria de edificios tales como el palacio Barberini, el Palacio Venecia, el de la Cancillería y el puerto de Ripetta. Hasta que el papa Benedicto XIV puso fin a su destrucción declarando sacro el Coliseo por la sangre de los primeros cristianos, que según la tradición, fue derramada en su arena. Hoy en día, el Coliseo está vinculado a la Iglesia Católica.